Tú eres un gran místico -le dijo uno de sus pupilos a Nasrudín-,
y sin duda sabrás por qué los hombres siguen sendas diferentes a lo largo de su vida, en vez de seguir todos una única senda.
- Sencillo -contestó el maestro-.
Si todo el mundo siguiera la misma senda, todos acabaríamos en el mismo lugar: el mundo, perdido el equilibrio, se inclinaría, y todos nos caeríamos al océano.
Quizas carece de sentido, pero lo encontré y me gustó...sigamos todos nuestra propia senda... la que nos haga felices, la del amor.
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