Diario de una mujer sencilla













Seguimos con la maravillosa propuesta de Silvia

Para Hoy 31 de julio del 2009
Afuera de mi ventana... como siempre, o como casi siempre...ropa secando al sol...mi gata isis en refrescandose, gaviotas buscando peces en el mar...y el ruido de la ciudad de fondo
Estoy pensando... en mi nueva casa, que ganas de mudarme!!!
De los lugares donde aprendemos... los amigos que vamos encontrando en el camino...
Me siento agradecida por... tener a mi madre aqui
Desde la cocina... muchas cosas por llevar a la nueva casa
Que traigo puesto... ropa fresa...que calor hace hoy!
Estoy leyendo... Amor y limites de Rebeca Wild, es un libro estupendo
Lo que espero... mudarme ya...estamos a la espera de la luz
Estoy creando... una asociacion de crianza con un grupo de mamas
Estoy escuchando... la tele, siempre la dichosa tele, quisiera tener el coraje de quitarla de mi casa!!!
Por toda la casa... juguetes
Una de mis cosas favoritas... disfrutar de mi familia
Algunos planes para el fin de la semana... visitar a la mama de raquel y hacerle reiki, seguir con la mudanza...
Aquí está una foto que pensé compartirles:







La maravilla del vinculo afectivo, David Chamberlain

La maravilla del vínculo afectivo

«Cuando no se ha podido establecer el vínculo afectivo, sobre esa relación pende, como una sombra, una inexplicable falta de intimidad» Crear vínculos es bastante sencillo, pero no siempre fácil; puede ocurrir, pero igualmente, puede que no ocurra y, por muy extraordinario que parezca, algunos han entendido mal el concepto y lo hicieron parecer innecesario.
Crecer desde la amorosa conexión de corazones que une a los padres con las madres va a ser el punto de partida del nuevo vínculo amoroso que van a tener ellos con los bebés que co-crean. Cuando tiene lugar la concepción los padres dirigen sus pensamientos de forma natural hacia el futuro bebé. Incluso cuando inicialmente están sorprendidos por el embarazo (caso bastante frecuente), normalmente se adaptan con rapidez a la nueva situación, abrazan al bebé emocionalmente, lo celebran y empiezan a organizar sus vidas en función de este gran acontecimiento. El término científico utilizado para este proceso es el de crear vínculos.
En 1976 este nuevo término apareció por primera vez de forma silenciosa en el mundo a través del título de un libro, «Crear vínculos materno-infantiles», escrito por dos profesores americanos de pediatría, Marshall Klaus y John Kennell. Con las publicaciones actualizadas en 1983 y 1995 la importancia revolucionaria de este concepto llegó a establecerse y hoy en día es una expresión familiar en todos los idiomas del mundo. Sin embargo, la gente todavía pregunta, «¿qué es?», «¿crear vínculos es un proceso real, verdadero y necesario?» Y finalmente la pregunta práctica: «¿cómo hay que hacerlo?» Crear vínculos es igual de sencillo (y misterioso) e igual de fácil (o difícil) que el amor mismo. Normalmente el amor que sienten los padres hacia sus bebés no supone ningún esfuerzo y es espontáneo, pero, tal como observaron Klaus y Kennel hace un cuarto de siglo, hay cosas pueden interferir en esta conexión valiosísima y como resultado la vida puede arrancar en la dirección equivocada. Es un hecho comprobado: algunas madres y padres no desarrollan nunca este esperado apego. En su lugar, afirman sentirse desvinculados de aquel niño en particular a pesar de no saber el motivo. Pueden pasarse años buscando con ansia algún camino para establecer esta conexión de corazones que, de alguna forma, falló al principio. Los fallos en la creación de vínculos pueden tener verdaderamente consecuencias dolorosas. Una falta inexplicable de intimidad pende sobre su relación diaria como un sombra. Confianza y verdadera amistad parecen cosas imposibles de alcanzar. Por mucho que intenten complacerse unos a otros, siempre los separará un vacío. Otros tipos de daños pueden ser más imperceptibles. Klaus y Kennell descubrieron que las madres separadas de sus bebés por un período de tiempo muy largo después del parto se quedaban con dudas acerca de su situación: ¿de verdad tenían un bebé? El parto parecía más bien un sueño. Dudaban de que el hospital le hubiera dado el bebé correcto. En madres desvinculadas, la lactancia no tenía tanto éxito o, si se elegía esta posibilidad, el proceso se interrumpía prematuramente. Estas madres parecían más confusas que seguras de sí mismas y se sentían dudosas a la hora de aprender la rutina del cuidado diario del bebé. En casos más extremos la irritabilidad y rabia hacia el bebé crecían hasta llegar al abuso infantil: estos bebés de madres desvinculadas presentaban una mayor probabilidad de volver lesionados al hospital. Un estudio de 1994 sobre 8.000 mujeres mostraba que los bebés no deseados tienen un riesgo 2,5 veces mayor de fallecer en los primeros 28 días después del parto. De una forma inexplicable los bebés de las madres desvinculadas pueden no lograr subir de peso o caer enfermos. Durante la última década, en una serie de estudios clínicos en California se descubrió una correlación importante entre los fallos aparentes de vinculación y la frecuencia del asma en los niños. Hechos como éstos demuestran que el vínculo afectivo es una realidad profunda y conlleva una variedad de consecuencias para bien o para mal.
«Cuando no se ha podido establecer el vínculo afectivo, sobre esa relación pende, como una sombra, una inexplicable falta de intimidad» Cuando aparecieron por primera vez los estudios sobre la vinculación afectiva resaltaron la importancia del «período crítico» inmediato después del parto, cuando tendrían lugar una cadena de milagros, anteriormente dejados íntegramente en manos de la Madre Naturaleza. La química del cuerpo asociada con el trabajo de parto y el expulsivo lleva a madres y bebés a un íntimo acercamiento donde el mero contacto de los labios del bebé con el pezón estimulan una cascada de hormonas del amor que bendicen tanto a la madre como al bebé. Estas hormonas favorecen la expulsión de la placenta, ayudan a contraer y
recuperar el útero, reducen el sangrado postparto y facilitan la subida inicial del valioso calostro y posteriormente, de la leche materna. Mientras tanto, el neonato estaría en un excepcional estado de «alerta tranquila» que favorece el rápido aprendizaje y la toma de contacto personal durante una hora más o menos después del parto -antes de caer en largos períodos de sueño. Durante este corto período de posibilidades, si no son molestados, el bebé y la madre entran en una especie de embelesamiento, mirándose mutuamente y experimentando una serie de emociones y sensaciones físicas placenteras ampliadas en el nuevo entorno fuera del útero. Muchos hechos de este tipo resaltan la compleja orquestación vital del nacimiento y les dan a los lazos afectivos su carácter milagroso y necesario. Estas secuencias del parto, tan positivas y naturales, eran la norma para la mayoría de los humanos hasta mediados del siglo XX, cuando los partos cambiaron de repente el escenario hogareño por los hospitales, los cuidados de las matronas (en su gran mayoría mujeres) por los de los médicos (en su mayoría hombres)y las prácticas comunitarias por los protocolos médicos. Estos cambios desgarradores eran algo más que cambios de emplazamiento: la filosofía y la práctica también cambiaron. Los partos tenían lugar a través de la «atención controlada» por parte de profesionales ajenos a la familia -ellos hacían (e imponían) todas las reglas.
«Durante el período crítico después del parto tienen lugar una cadena de milagros químicos que llevan a la madre y al bebé a establecer un estado de embelesamiento básico para el desarrollo del vínculo afectivo» Así empezó a caer un velo de misterio sobre los partos mientras a los padres, familiares y amigos se les prohibía participar de este evento. Durante una generación, solamente las enfermeras y los médicos sabían lo que ocurría detrás de las puertas cerradas, anulando de una forma muy eficiente cualquier educación natural de los niños, mujeres jóvenes, madres y otras ayudas potenciales para los futuros partos. Las normas de los hospitales mandaban a los recién nacidos al nido inmediatamente después del parto, a menudo antes de que las madres o padres pudieran verlos o tocarlos. El tipo de privacidad que la nueva familia necesita para relacionarse unos con otros -un rasgo esencial del parto desde los comienzos del tiempo- fue erradicado mientras la separación y el aislamiento llegaban a ser la prioridad principal. Históricamente, cuando los argumentos sobre el vínculo afectivo aparecieron en los años 70, el descarado control médico sobre los nacimientos estaba en su apogeo, después de haberles quitado todo el poder a los padres y haber hecho el parto natural prácticamente imposible. En el parto visto como un proceso «científico» habían desaparecido casi todos los significados humanos y personales que habían alentado los hombres y las mujeres durante miles de años. Se habían violado las necesidades psicológicas esenciales de los padres y los bebés por igual. Si uno se pregunta cómo pudo crecer tan rápidamente una nueva cultura tan radical del parto tendrá que tener en cuenta el enorme poder y gancho de la ciencia en el siglo XX. Añádase a esto el miedo subyacente asociado siempre a la incertidumbre del parto y se podrá sacar la conclusión de que la gente estaba deseosa de ver en la ciencia una garantía para el parto seguro y perfecto -una ilusión que no está todavía reconocida como tal. Analizando otra faceta de la ciencia podemos explicarnos el derribo repentino del parto tradicional. Durante el pasado siglo XIX, con el desarrollo del estudio científico del sistema nervioso y del análisis científico de la gestación, nacimiento e infancia, una ciencia demasiado segura de sí misma -y esto incluye por igual, medicina y psicología- enseñaba que los bebés no tenían esencialmente ni sentidos físicos ni mente. Los recién nacidos -insistían los expertos- no tenían todavía capacidad para el dolor y, aunque parecieran tener dolor, éste sólo era un reflejo, no una experiencia personal. Este razonamiento se utilizaba para justificar la cirugía mayor y las operaciones con complicaciones en bebés sin anestesiar, sólo con analgésicos hasta ¡hace sólo 16 años! Para empeorar las cosas, las mismas autoridades anunciaron que los recién nacidos no tenían posibilidad alguna de recordar cualquiera de las experiencias vividas en el útero o al nacimiento-independientemente de la naturaleza de estas vivencias. Los psicólogos, de hecho, enseñaban que los neonatos ni siquiera reconocen a sus progenitores como padres, sino solamente como objetos en un mundo lleno de otros objetos. Con este conjunto de creencias -desde entonces se ha demostrado que todas son falsas- ni los médicos ni los padres tenían por qué preocuparse sobre las malas experiencias que podía tener un bebé antes o después del nacimiento. Como eran virtualmente sordos, mudos y ciegos, los obstetras podían tratarlos de cualquier forma que ellos considerasen necesaria. Por desgracia, estas opiniones penetraron en los protocolos de tratamiento rutinario seguidos por todos los obstetras. Un poco más tarde, los protocolos de tratamiento que se iban a utilizar en la nueva especialidad de neonatología con los recién nacidos más débiles se elaboraron en base a los mismos falsos fundamentos. En definitiva, si un bebé no tenía ni sentidos, ni psique, ¿cómo iba a darse cuenta de que le estaban dando múltiples puntos, cortes con bisturí y cirugías de otro tipo? ¿Y cómo podía notar la diferencia entre pecho y biberón?. Muchos padres se dejaron convencer aceptando sin rechistar el nuevo modo científico de dar a luz. Desde nuestra perspectiva de hoy es un hecho desafortunado que las madres y los padres raramente se rebelaron cuando los expertos los avisaron de que tenían que renunciar a las mecedoras, renunciar al parto normal a favor del quirúrgico, sustituir la leche materna por la de vaca, alimentar según un esquema estricto en vez de hacerlo cuando el bebé tuviera hambre, no hacerle caso a los bebés cuando lloraran y crear en su casa un «nido» como el de los hospitales. [...]
«Al cambiar el escenario de los nacimientos de la casa al hospital se violaron las necesidades psicológicas tanto de los padres como de los bebés» Es más, espero que puedan evitar el error que se dice de que crear vínculos es como un pegamento que se endurece en seguida y que consolida a una familia sólo si se aplica durante la hora siguiente al parto. (A finales de los años 70, en una reunión convocada por la Asociación Médica Americana, aunque parezca mentira, los médicos decidieron que 10 minutos era tiempo suficiente para permitir crear vínculo después del nacimiento -visto en retrospectiva parece un ejemplo divertido de la teoría del pegamento aplicada por los médicos). Tal como lo entendemos ahora, el hecho de crear vínculos no se limita a un período determinado. Claramente, el vínculo afectivo puede comenzar de forma contundente desde antes de la concepción o en cualquier momento después, lo que significa que el amor es bienvenido en cualquier época durante el embarazo y, por supuesto, es completamente apropiado en los momentos siguientes al parto, cuando la combinación de las fuerzas fisiológicas y psicológicas son tan beneficiosas. Esta verdad es especialmente importante para los padres que llegan tarde en el proceso de adoptar un bebé. TODAS las partes involucradas en una adopción deberían tener cuidado en proporcionarle amor sincero al bebé lo más temprano posible. Este tipo de razonamiento está basado en la nueva y acumulante evidencia de que los bebés comparten con nosotros el misterioso regalo de la conciencia humana sin importar su edad y sus limitaciones físicas. Son capaces de recibir y responder a los «lazos de corazón» a los que nosotros llamamos vínculo afectivo en cualquier momento, y cuanto antes, mejor. A pesar de contradecir las teorías tradicionales de la psicología del desarrollo, esta interpretación es coherente con los otros descubrimientos acerca de los movimientos voluntarios del cuerpo, la expresión personal y el desarrollo sensorial -que ocurren mucho antes de lo que se pensaba antes.
«La idea de los profesionales de que los recién nacidos no tenían capacidad para sentir justificaba el aislamiento de los nidos, la intervención rutinaria durante el parto, la sustitución de la leche materna por la de vaca...» El aprendizaje y la memoria se complementan una a otra y funcionan mucho antes que las partes del cerebro utilizadas para explicarlas, y así como lo demuestra el estudio de gemelos en el útero, los bebés son capaces de tener una relación fraternal y seguramente tienen la misma capacidad para crear vínculos con un progenitor.
«Los bebés sienten de manera telepática si son deseados y amados o no» Esta información es lógica también con la evidencia de que los bebés sienten de forma telepática si son deseados y amados o no, y pueden recibir y responder a las comunicaciones urgentes durante una amniocentesis, una cirugía intrauterina, el parto o procedimientos complicados en la unidad neonatal de cuidados intensivos. Esta nueva y ampliada descripción paradigmática de los bebés obviamente nos lleva hacia un terreno de la mente y del espíritu que está más allá del cerebro. Los padres que están preparados pueden asumir que sus bebés ya están dotados de la inteligencia profunda que se necesita para crear vínculos. ¿Cómo obtener estos lazos afectivos? Empezando ya a cantarles nanas o mandándoles esos mensajes intencionados y explícitos de bienvenida y de amor de vuestros corazones hacia el suyo. Haceros a la idea de que esta vía de comunicación tiene capacidad para aguantar todos los mensajes sinceros y serios. Y esperad pacientemente por las «vibraciones» invisibles que están por llegar.

Dr. David Chamberlain
http://www.birthpsychology.org
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David Chamberlain es autor de “La mente del bebé recién nacido” y uno de los pioneros en la creación del nuevo campo de la psicología pre y perinatal. Lleva un cuarto de siglo dando conferencias por todo el mundo sobre la inteligencia de los recién nacidos y los bebés dentro del útero y animando a los padres y los profesionales de la salud a valorar la calidad psicológica del nacimiento. Después de realizar un curso sobre Aplicaciones Clínicas de la Hipnosis en 1974, David descubrió que sus clientes podían recordar detalles de sus experiencias en el vientre materno y durante el nacimiento. Esto lo condujo a una nueva línea de trabajo en su carrera como psicólogo, investigador, escritor, profesor y conferenciante sobre la desconocida mente de los bebés. Basándose en un estudio de diez parejas de madres e hijos cuyos recuerdos de nacimiento eran reales, Chamberlain comenzó a investigar en la literatura científica buscando información sobre las capacidades de los recién nacidos y los fetos, trabajo que ha continuado durante casi tres décadas. El fruto de este trabajo es la mente del bebé recién nacido, una obra traducida ya a diez idiomas y que ahora se publica en español.
En 1983 colaboró en la formación de la Asociación de Medicina y Psicología Pre y Perinatal (APPPAH), un lugar de reunión para todas aquellas personas especialmente interesadas en los distintos aspectos psicológicos del nacimiento. Ocupó, entre 1991 y 1999, el cargo de presidente de esta asociación, al tiempo que fundó (www.birthpsychology.com) Además, ha editado diez vídeos de formación, incluyendo dos especiales de televisión en Japón y Corea. El Dr. Chamberlain da clases en el Instituto Graduado de Santa Bárbara, un nuevo centro donde los estudiantes pueden acceder a maestrías y doctorados en psicología pre y perinatal. Continúa escribiendo y practicando la psicoterapia en las colinas de las Montañas de Sierra Nevada, en la ciudad de Nevada (California).

Extraido de http://www.quenoosseparen.info/

Fitzhugh Dodson, El juego a los dos años

EL JUEGO Y JUGUETES A LOS DOS AÑOS

…Jugar con agua es muy importante a esta edad, puede usar el fregadero de la cocina o la bañera. Le encantará sumergir esponjas en el agua y exprimirlas, así como llenar y vaciar pequeños vasos y cazuelas o tazas de plástico.
Para agregar variedad a estos juegos ofrécele un batidor de huevos, o vestidos de muñecas y pañuelos para que los “lave”. También disfrutará soplando en el agua con una paja de plástico, que le servirá igualmente para efectuar pequeños experimentos de física a un nivel rudimentario.
Un puñado de escamas de jabón darán variedad y aliciente a los juegos con el agua. El producir espuma es como magia para los niños de dos años. Algunos juguetes flotadores también contribuirán al interés de estos entretenimientos.
No olvides que el niño de esta edad goza realmente haciendo limpieza después del estropicio armado con sus diversiones acuáticas, dale la ocasión de que friegue con una esponja o trapo absorbente.
Así mismo, le gustará pintar con agua. Una gruesa brocha y un cubo de agua es todo lo que necesita. Los materiales recreativos, como la pasta para moldear, la plastilina y la arcilla son enormemente satisfactorios para esta edad. Receta para la pasta de modelar: mezcla dos tazas de harina con una de sal. Agrega la suficiente agua para darle la consistencia de masa de pan. Si queda pegajosa añade más harina. Puedes agregar colorantes de los que se emplean en las comidas o pinturas de temple para darle color. También cabe adicionarle un poco de polvos de talco, o canela, o nuez moscada o alguna otra especia aromática para hacer que huela bien. Unas gotas de aceite de clavo la preservarán durante largo tiempo. Puede guardarse en una bolsa de plástico y se conservará aproximadamente un mes.
Cuando los niños de esta edad usan esta pasta, arcilla o plastilina, no hacen con ellas nada preciso. Les interesa el material en sí. Les gusta golpearlo, amasarlo, aplastarlo, palparlo y moldearlo. El manejo de tales materiales es muy relajador para los chiquillos. Las mejores herramientas son las propias manos del niño. Pero una vez que haya practicado en abundancia usando sus manos, el empleo de varillas y espátulas dará variedad a su experimentación.
Tu hijo está ahora en condiciones para un juego educativo que le ayudará a lo largo de todos los años de preescolaridad: una gran pizarra de unos dos metros cuadrados. Es menester que sea tan grande para que tu hijo pueda garrapatear o dibujar o pintar en ella con amplios movimientos de sus brazos, sin restricción alguna. La pizarra puede colgarse en una pared de su habitación. Será uno de los más fecundos juguetes y artificios de aprendizaje que sea posible proporcionarle a un niño.
Pon tizas blancas y de colores en un estante o una caja clavada a la pizarra. Podrá así pintarrajear a su antojo en la pizarra, con lo que se reducirá la posibilidad de que lo haga en las paredes de la casa. No obstante es dudoso que un niño atraviese toda esta etapa del desarrollo sin incursionar en las paredes de la casa.
Estos garabatos son el preludio de la escritura y el dibujo. El niño que no ha tenido la oportunidad de garabatear libremente irá retrasado en el desarrollo de la escritura y del dibujo. Ningún niño nace con la facultad de coordinar el pulgar y los demás dedos para sostener un lápiz o una pluma. Este proceso muscular necesita ser aprendido, con el fin de que tu hijo domine la pura mecánica de escribir o dibujar. El medio de que tu hijo aprenda a coordinar estos pequeños músculos es trazar garabatos.
Una pizarra tiene muchas ventajas. Es algo que tu hijo puede usar durante todo el periodo preescolar y en los años de su enseñanza primaria.
Ahora pueden hacer su aparición sin el menor peligro los lápices de pastel. El papel ha de ser lo bastante grande para èl. Los pliegos de papel para envolver son apropiados, e incluso puedes emplear el periódico. Tu hijo dibujará y garabateará en los periódicos tan contento como en una hoja blanca. Un gran rectángulo de madera contrachapada puede servir de tablero de dibujo al que fijarás el papel con pinzas de ropa. Los lápices de colores para esta edad deben ser gruesos y fuertes.
La pintura puede introducirse ahora. Te hará falta un caballete. Es más sólido uno de pared que los portátiles. Tu hijo apreciará tener un caballete mural dentro de la casa y uno fuera, sobre una valla. Puedes construir un caballete mural con un trozo de madera contrachapada de medio metro de altura por uno de longitud, serà lo bastante grande para que pongas en èl hojas de periodico. En la parte posterior del tablero, en los àngulos inferiores pega dos tacos de madera de unos cinco centímetros de grosor con el objeto de que tenga una leve inclinación cuando lo cuelgues. Hazle dos agujeros en la parte de arriba para que se pueda colgar de dos tornillos. A este caballete puedes fijarle un listòn de madera con un reborde saliente para sostener los recipientes de pintura. Cualquier frasco de plàstico con una gran tapadera de rosca serà un recipiente adecuado. El niño puede ir mojando el pincel en el frasco a medida que va pintando y èste se cierra con su tapa una vez que haya terminado. Te sentiràs màs tranquila si le pones al niño una bata mientras pinta. Una camisa vieja de papà, con las mangas cortadas y abrochada por detràs, irà de maravilla.
Necesitaràs pinturas solubles en agua, que se venden en forma lìquida o en polvo, y una gran provisiòn de papel. Este puede consistir en papel blanco para periodicos, papel de estraza, hojas de diarios y revistas.
A esta edad el niño necesita brochas que sean fàciles de manejar. No le des pinceles pequeños, con mangos diminutos. Necesita una brocha de mango largo y con el extremo de las cerdas de unos dos centímetros de ancho. Cuando tu hijo empiece a pintar a esta edad prèstale un sòlo color cada vez. Cuando se haya acostumbrado a este color y haya trabajado con èl durante un rato, entonces puedes añadir otro color a su repertorio.
Algunos adultos consideran lo que pinta un niño de dos años como si fueran “cuadros”, y suelen preguntarle ¿què es esto? Esto es una equivocación, para un niño de dos años no se trata de un “cuadro” en el sentido usual del vocablo. Para èl es un experimento con lìneas y colores. Se halla fascinado por la manera en como puede hacer que aparezcan trazos y manchas. Una vez acabada su labor al niño de dos años ya no le interesa su “cuadro”. Para èl, la experiencia de elaborarlo es lo que cuenta. Està expresando con su pintura importantes sentimientos para los que todavía no hay palabras.
Lo cual plantea una cuestiòn en la que acaso estès pensando: ¿Cuál es el valor de todo este batiburrillo con la plastilina, la arcilla y la pintura? ¿es en realidad importante que los padres se tomen todas estas molestias? Sì ¡decididamente! Tu hijo de dos años no ha aprendido aùn a exponer en palabras todo lo que siente. Estas actividades no verbales, como las de manejar làpices o tizas o pinturas, le ayudan a expresar sentimientos para los que nunca tendra palabras. Tales actividades nutren y desarrollan su vida emotiva, y enriquecen su pensamiento inconciente y su intuición.
En esta edad el niño continuarà los vigorosos juegos al aire libre que iniciò cuando comenzaba a andar. El “trepador en cùpula” seguirpa siendo el favorito. Un carro del que tirar, un triciclo que pedalear. Grandes pelotas para rodarlas y empujarlas. Grandes dados huecos para arrastrarlos y hacer construcciones con ellos. Los juegos con la arena y con el agua seràn tan populares como siempre.

Unos comentarios debo hacer sobre la capacidad del niño de dos años para jugar con otros niños. Un error general que cometen los adultos es esperar demasiado de los chiquillos de esta edad respecto a la citada capacidad. Recuerda que dije que en la primera adolescencia el niño no esta todavía preparado para ser un buen miembro de ningùn grupo. Asì, pues, una madre que confiada deja a varios niños de dos años juntos en el patio se està buscando preocupaciones que no tardaràn en llegar.
Una norma conveniente para el niño de dos años es que solo alterne con un compañero de juegos. La estructura de su personalidad no està aùn equipada para afrontar las complejidades de màs de uina relaciòn personal a la vez. Es bastante interesante que, de ordinario, el mejor compañero de juegos de un chiquito de dos años es un niño de cinco o de seis, siempre que no sea, desde luego, uno de sus hermanos mayores. Los juguetes màs apropiados seràn aquellos que puedan repartirse entre varios niños sin limitar la diversión en cada uno de ellos (arena, plastilina, tacos de madera).
No esperes que sea capaz de compartir un juguete con otro niño, pues todavía carece de habilidad para entretenerse acompañado. Ya serà suficiente con que su juego con otros dure una hora. Es menester que estès cerca, para que puedas observar si aparecen signos de excesiva fatiga, para intervenir antes de que ocurran disputas y para terminar el periodo de juego en el momento oportuno.
Una breve hojeada a las etapas de desarrollo de la capacidad de jugar con otros niños puede ser ùtil en este punto.
Primero està el juego solitario, en el que el niño que comienza a andar carece por completo de capacidad para jugar con otros chiquillos. Para un niño de esta edad cualquier otro bebé es un intrumento para su propia diversión, no un compañero de juego. Examinarà al otro niño tan cuidadosamente como lo harìa con un juguete u otro objeto interesante, empujàndolo, pellizcàndolo, acariciàndolo, pero no jugando con èl.
Durante la primera adolescencia, el niño experimenta la transición del juego solitario al juego paralelo. Esto significa que dos o màs niños ocupan el mismo amibiente geogràfico, pero sin que el juego de uno estè relacionado con el juego del otro, aunque puedan sentir placer de su mutua proximidad.
El peldaño inmediato en la escala del juego es lo que se ha llamado juego asociativo, en el que todos los niños realizan la misma cosa, como jugar con la arena o hacer flanes de barro o golpear el suelo con un palo. No hay entre ellos un autèntico intercambio.
El juego cooperativo llega hasta que el niño se encuentra en la siguiente fase del desarrollo, después de los tres años de edad. Aquì los niños pueden discutir planes y asignarse roles mutuamente.
En la primera adolescencia son necesarios tambièn los juegos tranquilos. A medida que su desenvolvimiento linguìstico avanza a pasos de gigante, el niño muestra una mayor sensibilidad por las palabras, los ladrillos con los que se construye el lenguaje.
Le entusiasma jugar con las palabras, imitar sonidos y repetir series de vocablos familiares. Se deleita con las rimas infantiles. Cuando le lees un cuento le encantan las repeticiones. Es la anticipación de lo que va a ocurrir en el relato lo que le emociona. Le gustan los cuentos sobre sus propias experiencias: ir al mercado, montarse en un automovil, jugar en el parque. Le agradan las historias de esta clase, ya sea que se las leas de un libro o se las inventes tù, de un niño que se parece a èl.
Uno de los mejores juegos sosegados para esta etapa es el “juego del silencio”. Los dos estaremos quietos y callados y escucharemos lo que podamos, dime lo que escuchas ( el ruido de un auto, el cantar de un pàjaro). Una variante es pedirle que cierre los ojos y adivine los ruidos que tu haces (golpear un vaso con una cuchara, rascar una lima de uñas). Otra variante, susurrarle algo muy bajito, una òrden que deba cumplir: “levàntate y ve hacia la puerta y tòcala”, etc, luego, terminar el juego murmuràndole dònde encontrarà una sorpresa que has escondido para èl.
El “juego del silencio” contribuye a enseñarles a permanecer tranquilos y a escuchar. Es tambièn una buena terapia para una madre agotada por la excesiva actividad de su hijo y necesite procedimiento suave para calmarlo. Tambièn ayuda a convencerlo si no es muy entusiasta a la hora del baño o de ir a acostarse.

Fitzhugh Dodson

Niños Indigo y Crianza con Apego


Estaba leyendo un articulo sobre los niños de la nueva era o niños indigo y encontre el texto que añado aqui abajo... ¿Tendra algo que ver que se este extendiendo tanto esta maravillosa forma de criar con estos nuevos niños? ¿Seran nuestros hijos los encargados de realizar un cambio, un salto evolutivo? Al final todo esta relacionado... Eso si...debemos tratar a todos los niños asi, sean o no indigos!

La crianza y los valores que se transmitan a los niños de la actualidad, requiere de parte de padres y especialistas una revisión. Y para ello hay que tomar en cuenta, ante todo, que las criaturas de la nueva Era no aceptan la imposición ni la autoridad, rechazan la manipulación, la inautenticidad y la deshonestidad. Tampoco aceptan los viejos trucos de la disciplina basados en crear temor y culpa.

A los Niños Índigos les gusta ser tratados y honrados como individuos, por ello la crianza emocional debe basarse en la visibilidad y la transparencia.

A los los Niños Índigo no se les debe avergonzar ni culparlos, mentirles ni gritarles. Por el contrario, hay que preservarles la autoestima. Se les debe brindar la posibilidad de elegir y, al mismo tiempo, evitar la comparación. Deben recibir disciplina sin emoción.

Otras características importantes para la crianza emocional de los pequeños es estimular su excelencia, mas no la competencia entre personas. Y, además, involucrar el buen humor. Existen palabras claves durante el proceso de enseñanza de los pequeñines, de acuerdo a su edad biológica, basados en las Siete Leyes Espirituales para los Padres. Por ejemplo:

* Hasta el primer año de vida: las palabras esenciales son amor, afecto y atención. A los bebes hay que tocarlos, abrazarlos, proveerles mucha seguridad y, además, jugar con ellos.

* Entre el primer y segundo año: Hay que resaltar los términos libertad, respeto y estimulo. Durante esta etapa se prueba el desapego a los padres. No hay que condicionarlos a través del temor. Hay que evitar que el niño conecte el dolor como sinónimo de malo, de debilidad. Si así fuese no habría espacio para el crecimiento espiritual.

* Entre los 2 y 5 años: Merecimiento, explorar y aprobar, son las palabras claves, época de transición entre el Yo Soy y el Yo puedo. Si le reprimimos el sentirse poderoso no se lograra que sea un adulto capaz de enfrentar cualquier reto.

* Entre los 5 y 8 años: el niño ya asimila conceptos mas abstractos. Por ello hay que manejar los términos dar, compartir, aceptación, verdad y no juzgar. A ellos les encanta compartir cuando sienten amor. Si se les enseña que para dar tienen que perder algo, entonces no aprenden el verdadero significado de dar. En cuanto a la verdad, deben aprender que va acompañada de un sentimiento agradable y no como antesala a un problema, en caso de ocultarla.

* Entre los 8 y 12 años: El niño ahora convertido adolescente, requiere que los padres manejen términos como la experiencia, la responsabilidad y el estar alerta. Los que aprendieron las lecciones de la crianza espiritual, entonces reflejaran la confianza de sus padres. De lo contrario, se encontrara confuso, cederá a las presiones amistosas y buscara experiencias indiscriminadas.

Los colegios y demás centros educativos, deben estar atentos para reconocer la presencia de Niños Índigos dentro de los salones escolares. Es muy comprensible que nos preguntemos como decirles a los profesores cómo educar a nuestros hijos aunque estos particulares alumnos no funcionan con los métodos de enseñanza tradicionales. Por el contrario, aprenden de forma reflexiva y participativa, mas no mediante la memorización. Por ello no extraña que a muchos de estos pequeñines se les califique como niños problemas, ya que se dispersan con gran facilidad durante las clases.

Extraido de http://www.haciaeldespertar.org/indigos2.htm

Los hijos, Khalil Gibran

Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.

No vienen de ti, sino a través de ti,
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.

Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.

Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas
viven en la casa de mañana,
que no puedes visitar,
ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos
semejantes a ti
porque la vida no retrocede
ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual tus hijos,
como flechas vivas son lanzados.

Deja que la inclinación,
en tu mano de arquero
sea para la FELICIDAD


Nanas

Mi hija llama Nana a mi madre y al leer este articulo crei hermoso compartirle!

“Solo comprendí el poder de la línea materna
cuando oí a mi hija cantando una nana a su bebé,
era la nana que me había enseñado mi abuela”
Una abuela británica

NANAS
Hubo un tiempo en que las noches estaban llenas de estrellas brillando, de susurros y suaves palabras. Hubo un tiempo en que los bebés se dormían en los brazos de sus padres con el suave balanceo de su cuerpo y con el ritmo de una canción de cuna.

Las nanas y la cultura que representan tienen un significado mucho más allá de lo musical.
Las canciones de cuna son manifestaciones de los RITMOS ARCAICOS, del rimo de la vida, una cadencia que ya interiorizamos en el vientre materno.

El calor, el vínculo piel con piel, el balanceo y el sonido simbolizan el latido del corazón de la madre que hemos escuchado durante los nueve meses de gestación: una época de máxima protección, de tranquilidad y nutrición incondicional.

Para un bebé, el mundo exterior es desconocido, ruidoso, frío y hostil y solo en el pecho materno y/o en los brazos de una persona amorosa puede sentirse “como en casa”.

El efecto relajante y terapéutico de una nana funciona tanto con un recién nacido como con un niño de tres años en plena pataleta, porque la cadencia le lleva aun estado anterior de madurez y le permite entender que todo está bien.

La cultura de las nanas pertenecen a la sabiduría ancestral de la maternidad y se transmitían a través de las generaciones por contemplación y unión. Esa cadena se rompió con la desaparición de las comunidades y las familias “tribu” a favor de la familia nuclear en las ciudades, caracterizada por poco tiempo, muchos nervios, desorientación y falta de instinto y conexión con las verdaderas necesidades del bebé.

Lamentablemente, ese vacío se llenó con las pautas de crianza de “expertos” externos y mimetismo social, y en muchos casos, la separación, los llantos, la indiferencia, un poster, un muñeco, gadgets con sonidos artificiales sustituyeron al alma humana. Nada de eso puede compensar el paraíso que representan las nanas y la magia de la crianza con apego.

Nunca es tarde de retroceder. Lo mismo que los grupos de apoyo a la lactancia y las redes de madres y padres son el eslabón perdido de los conocimientos ancestrales, podemos resucitar y generalizar la cultura de las nanas que siempre se ha mantenido viva en las tradiciones musicales de todos los lugares del mundo y en el anonimato de los hogares más sabios.

La próxima vez que queramos regalar algo a unos padres primerizos, ayudémosles a retornar al origen y a su corazón en vez de ofrecerles objetos que les separan aun más de sus hijos.

La cultura de las nanas es uno de los ingredientes de la paz social y de un mundo mejor.

Que ningún niño ni adulto busqué fuera la protección y el “ritmo” que debía haber recibido de su propia familia. Eso es la revolución de las madres.


Hoy quiero compartir una historia que nos haga pensar un poco...

Un viajero cargaba un saco pesado bajo el cual se esforzaba y se quejaba sin cesar. De nadie podía obtener ayuda y consuelo. Caminaba despacio, gimiendo bajo su carga, cuando se le acercó un ángel y le preguntó:
"Hermano, ¿Qué llevas ahí?"
Áquel respondió refunfuñando: "Mis zozobras..."
El ángel sonrío compasivamente y le dijo:
"Veamos tu carga y examinémos tus zozobras"
Así lo hicieron, pero, he aquí el saco estaba vacío.
"En verdad, dijo el viajero, había en él dos cargas demasiado pesadas para ser soportadas por mortal alguno; pero había olvidado que uno era de ayer y se fue"
"¿Y, la otra...?" Preguntó el ángel.
"La otra era de mañana y no ha llegado aún..."
Se sonrió el ángel con infinita compasión y le dijo:
"El hombre se dobla bajo el peso de las zozobras de ayer y de mañana... El que se afana sólo por las cosas de hoy no necesita saco para ellas. Si tú quieres echar a un lado esa cosa negra y dedicar todo tu valor, fuerzas y regocijo a las actuales, nunca te agobiará una verdadera desdicha".
El hombre siguió su consejo y se puso en marcha. Al regresar de su destino anochecía y terminó su viaje risueño y regocijado.

Laura Gutman, Julio

La salud en nuestras manos

En épocas de gripes y anunciadas pandemias, fomentamos el miedo en vez de la salud. Información parcial, noticias catastróficas y fuera de contexto promueven el temor, mientras se pide a la población que no entre en pánico, en una contradicción insostenible. Es verdad que cualquiera de nosotros puede “contagiarse” y enfermar. Es más: tenemos derecho a enfermar, a tomarnos un respiro y apartarnos de nuestras rutinas cotidianas. Para lograrlo, necesitaremos utilizar los virus para realizar la enfermedad. Incluso podemos afirmar que no hay nada más saludable que enfermar, entendiendo que es la manera de recuperar el equilibrio perdido. Sin embargo, para enfermar, tendremos que recurrir a instancias mucho más potentes que los virus: necesitaremos sentimientos o dolores no reconocidos, hartazgos o conflictos internos sin solución aparente y el deseo de apartarnos y distanciarnos, erigiendo enemigos por doquier. También precisaremos comida de mala calidad o alejada de nuestra naturaleza personal. Quiero decir, comemos lo que luego nos enferma y pensamos lo que luego nos enferma. Esto significa que el equilibrio físico y psíquico está en nuestras manos y depende de nosotros mucho más que de los temibles virus externos. Aunque no lo parezca, ésta es una excelente noticia. Porque podemos hacer algo muy concreto. ¿No queremos enfermar? Pues bien, abandonemos completamente la leche y sus derivados. Completamente significa completamente: yogures, postres, flanes, cremas, helados, manteca, chocolate. En los niños pequeños, esta debería ser la regla. ¿Es muy difícil? ¿Acaso es más fácil tolerar las virulentas gripes que nos tienen aterrados que sostener una dieta momentáneamente rigurosa? Ahora bien, supongamos que prestamos una estricta atención al alimento, aún tendremos que abordar el territorio de los dolores afectivos. Eso es más complejo, pero no imposible. Como mínimo, preguntémonos qué nos aportaría una enfermedad respiratoria en este momento de nuestras vidas. ¿No tenemos ninguna pista? Pidamos ayuda, para ver aquello que enceguecidos por nuestras propias opiniones, no alcanzamos a vislumbrar. En lugar de alimentar el miedo o de aislarnos, sepamos que sólo podemos enfermar de aquello que nos completa. Y que todo síntoma nos aporta información sobre el estado de nuestra conciencia. No hay verdadero peligro si miramos hacia adentro.

Martes Mudo