La autoestima a los 8 años

El otro día mi hija de 8 años me ha preguntado si está gorda,que sus piernas son más gordas que las de sus amigas. La verdad es que no me esperaba tener una conversación de este tipo tan pronto, así que como en muchos otros aspectos, sigo sorprendiéndome y asumiendo que más me vale estar preparada porque esto va que vuela (si es que se puede preparar una para estas cosas). Lógicamente estuvimos un ratito hablando de que cada uno es diferente, que unos son altos, bajos, más delgados, menos, e incluso que hay gente obesa, claro, pero que no es su caso. Tiene un cuerpo muy parecido al mío a su edad, la verdad, como si no acabara de perder las formas redondeadas de bebé, hasta que probablemente, como me pasó a mí, estire y las pierda; es una niña sana, fuerte, activa y feliz. Actualmente estamos leyendo juntas un libro de cuando yo era pequeña, de cuentos rusos clásicos, y en la historia que leímos hace dos noches la protagonista como es "buena" es la más guapa del pueblo, de piel blanca y formas redondeadas, y sus hermanastras "malvadas" tienen la tez "estropeada" por el sol y cada vez están más delgadas y feas. Al leerlo con ella fui consciente de cómo cada época ha dictaminado unos cánones de belleza y cómo nos esclaviza y nos define como mujeres.

Cuando yo era adolescente pensaba que había nacido en una época equivocada, soy muy blanca de piel y eso me hacía sentir mal frente a mis amigas de piel morena y brillante. Deseaba haber nacido en la Francia del siglo XIX para haber sido un bellezón en lugar de pelearme con un sol que se negaba a colorear mi escasa melanina, que para colmo no se quedaba quieta y uniforme en mi piel, no, saltaba de un lado a otro, salpicándome de pecas que llegué a detestar. Un buen día llegó al pueblo una familia brasileña con el chico más guapo que habíamos visto nunca y...sorpresa...en Brasil resulta que lo bonito es la piel blanca, así que el chico guapo sólo se fijó en mí y tuvimos un precioso amor de verano de esos de película, con drama final incluido, claro. El caso es que desde ese momento comencé a valorar y querer mi color de piel y mis, ya no tan anti estéticas, pecas. Hicieron falta varios años y un chico guapo para aceptar algo tan importante como mi propia piel. Hoy no olvido darle gracias a menudo, por protegerme, envolverme y cuidarme. 

Reflexiono sobre estas vivencias mías para buscar la forma más adecuada de acompañar las inseguridades de mi hija y no se si haya varitas mágicas, pero desde luego yo no las encuentro. Asumo que no está todo en mi mano y no puedo protegerla de comentarios y opiniones externos. Pero sí que puedo darle herramientas para que aunque a veces se pierda, encuentre la forma de quererse y apreciar sus cualidades. No pierdo ocasión de destacar las cosas que hace bien, con las que disfruta, cuando la veo feliz, lo bonita que es por dentro y por fuera, empática, curiosa, divertida...porque es importante que la gente que nos quiere nos diga estas cosas, ya que somos los espejos de los demás, y más de nuestros hijos, como ellos lo son nuestros. 

Buscando en internet encuentro:

Una mamá pediatra: niñas gordas o tallas pequeñas
Cómo potenciar la autoestima

Además, cada mañana hacemos algo muy parecido a esto, aunque con algo menos de marcha la verdad xD



¿Y vosotras? ¿Cómo trabajáis vuestra autoestima y la de vuestros peques?

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