Camino a la escuela

Nos levantamos a las 7:30. Mi hija va directa a saludar al perro, su mejor amigo ultimamente. Se tira en el cuelo con él, le da un abrazo, el perro mueve  la cola contento. Mientras mi chico prepara el desayuno yo preparo la ropa y el almuerzo de media mañana: hoy toca excursión, teatro y visita a la biblioteca, así que hay que preparar algo fácil de comer, palitos de pipas y una zanahoria, que se que le encantan. Desayunamos juntos, hoy cada uno un poco a su bola, yo leyendo, pero nos da tiempo a comentar un poco el día. Una vez desayunados y vestidos mi pareja y mi hija salen de casa. En 10 minutos tiene qu estar en el cole, tiempo de sobra, vivimos cerca. Besos, te quieros, luego nos vemos.

Así hemos comenzado la mañana. Muchos días soy yo la que va al cole con mi hija, e incluso me quedo allí con ella, en nuestro cole podemos acompañar en las aulas, dando apoyos. Además yo puedo, ya que cuando nació mi hija decidimos que yo dejara mi trabajo para criarla y después me formé como doula y asesora de lactancia y eso me permite tener mucho tiempo para seguir criando como quiero. Soy una afortunada. Somoss muy afortunados. Y estoy muy agradecida por ello.

Hoy en el facebook he visto un trailer sobre una peli-documental que van a estrenar en breve. Trata del camino que han de recorrer 4 niños de 4 lugares del planeta para llegar a la escuela.


Lo miro y reflexiono sobre mis decisiones y cómo las circustancias hacen que yo pueda tomarlas y vivir como vivo. Ayer mi hija no fue al colegio, y el lunes tampoco, tiene un poco de catarro, nada serio, sencillamente prefería quedarse con mi madre, que medio año vive muy lejos de nosotras y justo ahora anda por aquí. Entiendo que quieran  pasar tiempo juntas, yo también quiero, y nos regalamos un par de dias sin cole. Juntas las tres fuimos al banco y había una máquina para sacar pelotas por 1€. ¡¡Metes 1€, obtienes una pelota loca, y un niño de Zambia va a la escuela!! Locura de mundo, verdad? Mi hija quería una pelota. Colorines en una gran bola transparente. Promesas de juego. Deseos consumistas aplacados por una supuesta solidaridad. Un banco que promete ayudar a ir a la escuela a un niño en Zambia si un niño en España compra una pelota. Mi  hija quiere esa pelota. 
Le explico lo que quiere decir el cartel, donde está Zambia y cómo imagino yo que le hagan llegar ese euro a ese niño en África. Le pregunto que le parece, le parece bien claro, quiere esa pelota roja que brilla, que además tiene una carita sonriente. ¿Crees que todos los niños han de ir a la escuela? Si, claro mamá. Tú no estás en la escuela...Ya mamá, mañana voy.
Salimos del banco con la pelota. Pelota que hoy está olvidada en un bolsillo de una chaqueta.
Ni siquiera creo en la escuela como institución, soy una defensora de la escuela libre, del homeschooling, del unschooling. Pero si creo en el derecho del niño a tener una infancia, a recibir educación, a tener oportunidades. 
Me chirría la imagen final de todos los niños poniéndose de pie a la vez cuando entra el maestro. ¿De verdad eso es necesario? Los niños tienen derecho a ir a la escuela, deberían poder ir a una escuela sin recorrer selvas con leones o estepas interminables. Pero, ¿qué escuelas encuentran esos niños? ¿Qué aprenden en ellas? Esas escuelas, ¿tienen algo que ver con ellos? ¿con sus realidades? ¿Son respetados en ellas? 

Hoy mi hija ha ido a la escuela. Ha tardado 10 minutos en llegar. Tiene palitos de pipas y zanahoria para almorzar. Va de excursión. Gracias

3 comentarios:

Alma Anónima dijo...

Hola! Es la primera vez que veo tu blog... me ha gustado mucho esta entrada porque me siento muy identificada con lo que escribes o como piensas... saludos!...

Maria dijo...

Muchísimas gracias Ivi! Un placer conocerte

elki dijo...

Precioso texto!
Para reflexionar!
Besoss