LA TERAPIA CRANEO-SACRAL Y SU APLICACION EN EL PARTO

La Terapia Sacro-Craneal es un tratamiento muy preciso y suave. Trabaja sobre lo que llamamos Sistema Cráneo-sacral que está compuesto de unas membranas que envuelven el cerebro y la medula espinal, dentro de las cuales está el líquido cefalorraquídeo, cuya circulación provoca unas pulsaciones rítmicas, de unos 8 ciclos por segundo, que pueden ser detectadas por una mano entrenada.

A partir de 1970, el Dr. John Upledger desarrolló las técnicas pera evaluar y tratar estas membranas y todo el sistema del tubo dural, poniendo en marcha al “medico interno”, es decir, a los mecanismos naturales de autocuración a fin de que el propio organismo pueda corregir las disfunciones que puedan presentarse.

Como directora del centro de terapias manuales KORÉ empecé hace algunos años a sentir interés por esta terapia. Tras realizar varios cursos de formación con el Dr. Upledger, decidimos aplicar esta técnica a nuestros pacientes. Pronto nos dimos cuenta que con la Terapia Cráneo-sacral, que inicialmente utilizamos como complementaria, conseguíamos muy buenos resultados y ahora es uno de nuestros tratamientos básicos.

Uno de los objetivos específicos de esta terapia y donde hemos obtenido unos resultados más tangibles es en su aplicación durante toda la fase perinatal (antes, durante y después del parto). Lo que sigue está basado en experiencias y observaciones propias, obtenidas en el transcurso de los tratamientos realizados en nuestro centro.

ANTES DEL PARTO En su aplicación anterior al nacimiento se persigue, en primer lugar, equilibrar el organismo materno y prepararlo para soportar el embarazo y afrontar el parto en las mejores condiciones posibles. En segundo lugar se procura armonizar la relación madre-hijo, de modo que ambos aprendan a sentirse y a dialogar. Días antes del acontecimiento, la terapia puede ayudar al bebé a adoptar espontáneamente una posición correcta sin moverlo físicamente desde el exterior.

DURANTE EL PARTO El terapeuta puede intervenir en el mismo momento del parto, ajustando “in situ” las interacciones de los participantes. Esta intervención tendrá lugar durante un parto de tipo natural, con la madre en una posición natural que evite tener que tirar de la cabeza del niño y facilite sus movimientos espontáneos. El niño atraviesa, durante esta fase, instantes que pueden ser muy duros para él y que le provocan un estrés considerable ya que todo su organismo es expuesto a una prueba límite. Por eso, abreviar y facilitar este paso, ahorra traumas físicos o síquicos posteriores.
Quizá no esté de más aclarar que el parto natural no significa prescindir del personal sanitario cualificado ni de las prestaciones médicas para el caso de surgir complicaciones inesperadas. De hecho muchas matronas conocen y practican esta técnica.

DESPUÉS DEL PARTO Acostumbra a practicarse una sesión alrededor de una semana después. El niño suele revivir el momento del parto pero lo hace sin los traumas que ocurrieron durante el mismo. Revive una entrada a la vida perfecta y limpia.
Durante este proceso se requiere la presencia e implicación de los padres y, en ocasiones, de los familiares más cercanos, pues el niño reclamará su contacto, que le proporciona seguridad y confianza.
En este momento se corrigen las posibles lesiones que puedan haber originado cualquier tirón muscular o cualquier otro esfuerzo excesivo que se hubiera producido especialmente a nivel del Sistema Nervioso. Los nervios Vago y Glosofaríngeo suelen ser los más afectados, provocando en el recién nacido disfunciones digestivas y excretoras, dificultades para succionar, cefaleas etc.

Algunos tratamientos hospitalarios que en su momento pueden ser necesarios, tienden a provocar posteriormente traumas emocionales.
La cesárea hace que la madre y el bebé pierdan el contacto en un momento muy importante. Éste tiene la sensación de haber aparecido “de repente” y ello puede conllevar problemas muy diversos, desde asma hasta hiperactividad.

El tratamiento con incubadora, al separar al niño de la madre, genera en éste sentimientos de inseguridad y miedo a quedarse solo.
El hecho de programar el parto, es decir, adelantarlo o retrasarlo a conveniencia de la agenda de los padres o del hospital, hace que el nacimiento no se efectúe “en su momento” y le da al niño sensación de peligro y hace que nazca angustiado y estresado.
Todos los problemas producidos durante el parto suelen provocar diferentes perturbaciones físicas o ser causa de determinadas “manías” o fobias (miedo a la oscuridad, al agua, etc.) que perduran a lo largo de la vida sin que se sospeche su origen, afectándola en mayor o menor medida.

Según nuestra experiencia, cuanto más tiempo transcurre entre el momento del trauma y la aplicación de la terapia, mayor número de sesiones son necesarias porque la sensación queda “enquistada” cada día más profundamente en la memoria. Por eso los tratamientos en adultos, aunque igual de eficaces, son más largos que los de los bebés, que pueden funcionar en 2-4 sesiones.

http://www.kore.es/documentos.html

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